La casa, a parte de antigua, llena de antigüedades y recuerdos. En el primer piso estaba su cuarto, libreros varios, un Señor que adoraba la lectura, recuerdo la vez que lo visité con mi mamá y mis hermanas, estaba leyendo un libro grande, grueso, Las profecías de Nostradamus. Ese libro solo permitió que lo leyeramos un poco pero no nos lo proporcionó durante nuestra estancia ahí, era uno de sus tesoros.
Nos prestó en esa ocasión los libros que quisiéramos. Y nos regalo uno posteriormente, un libro de leyendas y tradiciones de las calles de México, impreso en 1894, uno de mis tesoros.
Una casa digna de desentrañar por los mil tesoros que contenía, recuerdos, historias. El segundo piso estaba lleno de estantes y muebles con libros. Algunos de ellos de cocina pertenecientes a su primer esposa. Roperos con ropa vieja, trapos, hilos, encaje. Porcelanas.
Pero la planta baja tenia sus mas añorados recuerdos. Un fonográfo, delicia escucharlo de verdad. Una pequeña imagen de un grillo con un violín, y ahí se desprendía una anécdota, el tocando violín en la radio, acompañaba al Señor Gabilondo Soler en su programa, honor no concedido a cualquiera. A parte, el tocaba en el radio en otras ocasiones.
Y apareció otra historia, acompañada de un violín, un Stradivarius que le fue regalado por un empresario del momento. Recuerdo que comentó que semanalmente le preguntaba al empresario si lo deseaba de vuelta en el programa hasta que le prohibieron hacerlo debido a la propaganda que le hacía al Señor.
Y una historia más, acompañada de música, violín, abanicos y un cuarto. Un pequeño cuarto que contenía un piano de cola. El tocaba el violín y su mujer el piano. Y ese cuarto fue el lugar donde músicos de la época se reunían a platicar y tocar.
Y la última historia, más que digna de contar aquí. La de aquel alumno tan talentoso que formó parte de una gran orquesta, que a parte de tocar violín tocaba otros instrumentos y tenía buen oído musical. El cual tuvo una gira acompañando a una princesa de la India, que era una gran artista. Una de las presentaciones de ella incluía un solo de flautín.
Cuando no hubo quien lo tocara, el joven dijo que el lo haría, sacó su flautín e impresionó a la princesa con su ejecución. Continúo la gira, y con ella el amor de los dos creció. Cuando todo terminaba, el le pidió casarse, tuvieron que ir ante el Rey, que era pariente de ella, no recuerdo si su hermano o su primo, para poder pedirle su mano en matrimonio.
En ese cuarto con el piano estuvo sentada la princesa hindú al lado de su amor.
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