domingo, 27 de diciembre de 2015

Un milagro de Navidad en la Morelia de mis amores...

Para leyendas de mi hermosa Morelia.. Una de Navidad... Justo en esta Navidad la compartimos con unos primos... llego un libro a casa de mi mamá con Leyendas de Morelia, y esta sacó lágrimas de nuestros ojos y quebró la voz...

En Noche Buena... Una niña con un delantal lleno de flores quería venderlas... flores de las más bellas, nochebuenas y rosas, pero nadie compraba. ¿porqué quería venderlas con tanto afán?

La niña solo conocía como sus padres a unos señores ya grandes que vendían dulces de frutas pero jamás le permitieron practicar el oficio a ella. Un pariente, el hijo mayor de ellos tenía poco de haber llegado, enfermo, desahuciado, incluso hacia pocos días le habían aplicado la extrema unción. Una epidemia llegó a Morelia, y sus padres cayeron enfermos, los había revisado el doctor pero aún necesitaba pagar los medicamentos.

Nadie compraba sus flores y una puerta abierta, una luz brillante, un milagro de navidad la llamó. Siguió la luz por la casona prácticamente abandonada hasta llegar a un pequeño cuarto con una ligera hoguera que apenas alumbraba, una fina dama de ojos tristes estaba ahí. Le contó su situación, pero la Dama, a pesar de ser de familia acomodada no contaba con una sola moneda en ese momento.

La niña le regalo un ramillete de flores, un regalo del corazón. La Dama le dio a cambio unas frutas doradas con pedrería por si le pudieran ayudar a recuperar la salud de sus padres, con la promesa de regresar un día después a decirle como seguían de salud.

La niña fue con el doctor para llevarlo a casa, pero sus papás estaban mejor. Sin embargo el galeno le cobro el dinero, incluso aquello que el había dicho no había que pagar. La niña entregó la joya que la Dama le dió. La acusaron de ladrona y ella dijo su verdad, entonces el desahuciado tomo fuerzas y energías de la nada y se levanto, y la defendió. La niña no podía robar lo que era suyo...

Esa noche la pequeña supo la verdad... Los que consideraban sus padres eran sus abuelos, y el otrora desahuciado era su verdadero padre, el no lo supo hasta que llego a casa ya con escasa salud, había salido de joven de su hogar a buscar a su amada, a la chica de familia adinerada con quien se casó a escondidas, a aquella que sus tías al saberla casada mandaron a un convento, y al saberla embarazada ordenaron su bebé fuera dado en adopción.

Ella contactó a su nodriza, y se las ingeniaron para rescatar la bebé apenas nacida, le dio el nombre de Esperanza, y eso fue, su esperanza de algún día reencontrar el amor y su familia. A los nueve meses llevaron la bebé a casa de sus abuelos para que la cuidaran, pero su padre al no encontrar a su amada no tuvo el valor de volver a hablar con su familia y no se enteró de su niña. Fue bautizada en Charo y criada como hija de sus abuelos.

Al día siguiente, su Padre la acompañó a la Calzada de Fray Antonio de San Miguel a ver a la Dama, y sus sospechas fueron ciertas. La Dama era su amada Patricia, que había estado recluida en el convento hasta que la reciente epidemia reclamó la vida de sus tías solteronas. Y al fin la familia se reunió en un milagro de navidad.


La cena de Navidad

Mas bello momento para disfrutar que cuando la familia se reúne para Navidad, no porque sea afecta a la magia de la mercadotecnia para dotar ciertos momentos o días de sentimientos comprados, y volcar todo en un instante de compras compulsivas. Me gusta cualquier pretexto que hace que la familia se reúna a pesar de las diferencias.

Cualquier momento que nos permite compartir comida, risas, abrazos, palabras de aliento, aunque a veces algunos lo hagan de modo hipócrita. Cualquier razón que nos permite convivir y compartir con los seres queridos, incluso aquellos que casi no podemos ver por razones de distancia.


En mi casa, estas fechas están marcadas por la comida y el sazón de mi abuela... Quien que haya ido a casa de ella para esta temporada no ha probado su bacalao a la Vizcaína o los Romeritos... Que por cierto, si los romeritos van acompañados con el mole de mi abuela Paterna... mucho mejor.


Guisos que a la fecha de hoy ella sigue al menos probando para dar el visto bueno antes de ser servidos en la cena familiar... Hay gente en la familia que tiene aversión a los mariscos, pero bueno, siempre existe la opción de llevar algo más o probar el pastel de carne que... si va mi Tío Esteban, mi madrina preparaba también cada año para estas fechas.

Momentos para no solo cantar las posadas, sino arrullar al niño Dios... ese que ya con más de 100 años en la familia parece hacer milagros... Ese que ha perdido los zapatitos tejidos por las monjas Dominicanas al estar guardado en cajas cerradas y resguardado en el ropero de mi abuela (Si, casi como el de la canción de Cri-Cri) bajo llave, o bien, los deja sucios de las puntas, como si saliera a caminar para estirar los pies.

Su arrullo en manos de los más pequeños con un pañuelo blanco... El "Duerme no llores (Jesus del Alma)" que canta mi abuela, el beso en la frente a la imagen depositado con fervor... El brindis... el ponche...

Aroma a Navidad en el aire y en el Alma...