Para leyendas de mi hermosa Morelia.. Una de Navidad... Justo en esta Navidad la compartimos con unos primos... llego un libro a casa de mi mamá con Leyendas de Morelia, y esta sacó lágrimas de nuestros ojos y quebró la voz...
En Noche Buena... Una niña con un delantal lleno de flores quería venderlas... flores de las más bellas, nochebuenas y rosas, pero nadie compraba. ¿porqué quería venderlas con tanto afán?
La niña solo conocía como sus padres a unos señores ya grandes que vendían dulces de frutas pero jamás le permitieron practicar el oficio a ella. Un pariente, el hijo mayor de ellos tenía poco de haber llegado, enfermo, desahuciado, incluso hacia pocos días le habían aplicado la extrema unción. Una epidemia llegó a Morelia, y sus padres cayeron enfermos, los había revisado el doctor pero aún necesitaba pagar los medicamentos.
Nadie compraba sus flores y una puerta abierta, una luz brillante, un milagro de navidad la llamó. Siguió la luz por la casona prácticamente abandonada hasta llegar a un pequeño cuarto con una ligera hoguera que apenas alumbraba, una fina dama de ojos tristes estaba ahí. Le contó su situación, pero la Dama, a pesar de ser de familia acomodada no contaba con una sola moneda en ese momento.
La niña le regalo un ramillete de flores, un regalo del corazón. La Dama le dio a cambio unas frutas doradas con pedrería por si le pudieran ayudar a recuperar la salud de sus padres, con la promesa de regresar un día después a decirle como seguían de salud.
La niña fue con el doctor para llevarlo a casa, pero sus papás estaban mejor. Sin embargo el galeno le cobro el dinero, incluso aquello que el había dicho no había que pagar. La niña entregó la joya que la Dama le dió. La acusaron de ladrona y ella dijo su verdad, entonces el desahuciado tomo fuerzas y energías de la nada y se levanto, y la defendió. La niña no podía robar lo que era suyo...
Esa noche la pequeña supo la verdad... Los que consideraban sus padres eran sus abuelos, y el otrora desahuciado era su verdadero padre, el no lo supo hasta que llego a casa ya con escasa salud, había salido de joven de su hogar a buscar a su amada, a la chica de familia adinerada con quien se casó a escondidas, a aquella que sus tías al saberla casada mandaron a un convento, y al saberla embarazada ordenaron su bebé fuera dado en adopción.
Ella contactó a su nodriza, y se las ingeniaron para rescatar la bebé apenas nacida, le dio el nombre de Esperanza, y eso fue, su esperanza de algún día reencontrar el amor y su familia. A los nueve meses llevaron la bebé a casa de sus abuelos para que la cuidaran, pero su padre al no encontrar a su amada no tuvo el valor de volver a hablar con su familia y no se enteró de su niña. Fue bautizada en Charo y criada como hija de sus abuelos.
Al día siguiente, su Padre la acompañó a la Calzada de Fray Antonio de San Miguel a ver a la Dama, y sus sospechas fueron ciertas. La Dama era su amada Patricia, que había estado recluida en el convento hasta que la reciente epidemia reclamó la vida de sus tías solteronas. Y al fin la familia se reunió en un milagro de navidad.